Si tienes voluntad, llegarás lejos

Hace dos años tuve la oportunidad de hablar personalmente con el Dr. Enrique Rojas, quien me firmó un libro con la dedicatoria del título que he utilizado para este post: “Si tienes voluntad, llegarás lejos”.

El primer contacto con los libros del Dr. Rojas fue cuando estaba en tercer año de la universidad. Por aquel entonces, ya tenía cierta afición a la lectura de libros “no técnicos”. Desde muy niño, mis padres me inculcaron el hábito de la lectura, que hoy sigo esforzándome por mantener.

Descubrí a Enrique Rojas cuando un buen amigo, con 10 años de diferencia de edad, muy amablemente me compartió su biblioteca virtual. Entre los varios libros que me recomendó, había uno titulado “La conquista de la voluntad. Cómo conseguir lo que te has propuesto”. La parte “Cómo conseguir lo que te has propuesto” fue lo que más me llamó la atención al elegir el libro.

“La conquista de la voluntad”, desde mi punto de vista, es un libro denso, ya que tiene un vocabulario rico en cultura. Enrique Rojas es un intelectual de primera. El libro está muy bien estructurado; cada palabra que contiene es una joya. Es de esos libros que te marcan, que dejan huella en tu vida, como el buen vino o como aquel buen amigo que me compartió su biblioteca virtual.

Releo el libro. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo he leído. No me pasa con todos los libros, pero tengo 5 o 7 de “cabecera” que me reenfocan hacia mi mejor versión. La lectura de esos libros es como un balde de agua fría que me hace despertar de mi comodidad.

Lo estoy releyendo porque el año pasado no escribí ningún post en este blog ni jugué ningún torneo de tenis, a diferencia del 2023, cuando escribí catorce posts y jugué dos torneos, en los cuales, por cierto, llegué a la final.

El 2024 fue un año “distanciado” de mis principales aficiones: escribir y jugar tenis. Quizá influyeron varios factores, pero no hay excusas para dejar a un lado actividades que me ayudan a descansar. Ese año dejó huella porque cambié de empresa, de puesto, tuve un ascenso, nuevos proyectos, nuevas amistades… pero no hay excusas.

Esa frase, “Si tienes voluntad, llegarás lejos”, resume el libro y es una de esas frases que, sin darme cuenta, me ha acompañado a lo largo de mi vida.  

¿Qué tan importante es tener voluntad?

Mucho. Tener voluntad no lo es todo, pero te ayudará a alcanzar todo lo que te propongas, todo.

Recuerdo que cuando entré a formar parte de la selección nacional de voleibol, sin darme cuenta, forjé el músculo de la voluntad. Estudio, amistades, deporte, viajes, familia… Tenía 16 años, estudiaba en un colegio de Escuintla y tenía que viajar diariamente a la capital para asistir a mis entrenos. Mi rutina se resumía en salir de clases, viajar para almorzar en la Casa de la Selección, llegar a mi entreno, hacer tareas, dormir temprano y viajar de regreso para mi colegio.

Todo eso fortaleció mi voluntad: o llegaba puntual al colegio o no me dejaban ingresar; o asistía puntual y daba lo mejor de mí en mis entrenos o no era convocado para formar parte del equipo que jugaría el torneo centroamericano y luego competir en el premundial; o entregaba las tareas con puntualidad o no tenía buen promedio para salir en el cuadro de honor.

Cuando veo en retrospectiva, me doy cuenta de que fue una época que forjó mi voluntad, me hizo fuerte y seguro de mí mismo y de lo que podía alcanzar si me lo proponía de verdad, sin miedo a fracasar. Esos viajes, esas idas y vueltas, no las cambiaría. Primero, porque me hicieron independizarme a temprana edad; y segundo, porque me ayudaron a aplicar la misma estrategia en mi vida universitaria, en mi carrera profesional, en mi fe y en mis relaciones familiares y de amistad.

Con todo lo anterior no quiero decir que haya que buscar cosas desafiantes o extraordinarias. Si se dan, hay que hacerles frente, pero eso no significa que haya que buscarlas porque sí.

El Dr. Enrique Rojas dice en su libro:

“La educación de la voluntad debe estar edificada sobre la alegría, que nos conducirá poco a poco a ser mejores, pero que no hay que confundir con hacer grandes gestas, cosas increíbles ni renuncias extraordinarias. Para fortalecer la voluntad, lo mejor es seguir una política de pequeños vencimientos: hacer las cosas sin ganas, pero sabiendo que esa es nuestra obligación; después, llevar a cabo otras tareas que cuestan, porque sabemos que es bueno para nosotros; y, más tarde, abordar aquello otro, aunque no apetezca, porque esa será la manera de irnos haciendo hombres íntegros. Finalmente, negarnos aquel pequeño capricho, para entrenarnos en el arte de ser más dueños de nosotros mismos. Así consigue una persona subirse en el jumbo de los propósitos y las pequeñas resoluciones, a base de lo menudo. Ahí debemos buscar el campo de adiestramiento, que nunca se debe desestimar porque parezca superfluo.”

¿Cómo debilito la voluntad?

Inmediatamente, sin pensarlo más, se me vienen a la mente las redes sociales. No solo porque nos hacen perder el tiempo, que ya es bastante, sino porque nos distraen y nos llevan a reflexiones de cuentos de hadas. Nos hacen percibir una irrealidad. No es que ponga cruz y calavera a las redes sociales, porque, si se saben dar buen uso, todo marcha bien; pero, en su mayoría, las usamos mal, o mejor dicho, nos hacen usarlas mal, ya que están diseñadas para engancharnos y hacernos pasar horas pegados a la pantalla viendo videítos que, si no los vemos, no pasa nada.

Hace poco escuché a una amiga decir que estuvo un tiempo debatiéndose entre eliminar su cuenta de Instagram o no, hasta que por fin decidió cerrarla temporalmente porque le parecía que lo que publicaban sus amigas no reflejaba lo que realmente eran. Me causó risa porque yo he pensado lo mismo, pero, a diferencia de ella, no he cerrado mi cuenta, aunque sí he dejado de usarla por días. La razón por la que no me he dado de baja es que me sirve para contactar a una persona cuando se le ha olvidado responderme en WhatsApp.

Las redes sociales, las maratones de series, la falta de ejercicio, la mala alimentación… Todo eso que se consigue sin hacer ningún esfuerzo debilita nuestra voluntad y nos aparta de aquello para lo que hemos sido creados: dar lo mejor de nosotros mismos para ayudar a los demás a alcanzar su mejor versión.

En una parte del libro, Enrique Rojas dice:

“Estar educado para recibir el placer inmediato es la mejor manera de sentirse uno traído, llevado y tiranizado por el instante más cercano y que más apetece. Por ese camino, uno no llega a vencerse; al contrario, está desentrenado, porque se siente constantemente derrotado cuando satisface lo que le pide el momento inmediato, con esa urgencia tan típica de los que no saben decir ‘no’ con alguna frecuencia, pues están acostumbrados a entrar siempre por el camino más fácil: el de la complacencia en lo cercano.”

 

¿Cómo forjo la voluntad?

La pregunta anterior la respondí hace siete años en un curso sobre crecimiento profesional que recibía. La moderadora la lanzó al aire y yo levanté la mano para responderla. La respuesta que di fue lo que hacía en mi día a día, no dije nada fuera de lo cotidiano ni mencioné términos técnicos. Respondí brevemente que la voluntad es un “músculo” y, como todo músculo, se atrofia si no se ejercita.

Es decir, se forja en el diario vivir: desde que nos levantamos a una hora puntual hasta que nos dormimos a la hora establecida. Ahí estamos ejercitando la voluntad. Cumplir con el horario que nos hemos propuesto, convivir con los demás respetando sus puntos de vista aunque muchas veces no los compartamos, aceptar las contrariedades con buena cara, trabajar cuando no tenemos ganas, sonreírle a aquella persona que nos distrae, ayudar a aquel otro que lo está pasando mal… La voluntad se forja en lo cotidiano, con deportividad y espíritu de sacrificio.

Enrique Rojas lo expresa en diferentes ocasiones de una manera elegante:

“Hay que empezar siempre por tareas pequeñas e insistir una y otra vez en ellas, sin desalentarse… La voluntad significa capacidad para hacer, para aplicarse, para trabajar en algo que previamente se ha elegido como bueno porque sus resultados serán positivos… La voluntad conduce al más alto grado de progreso personal cuando se ha obtenido el hábito de hacer, no lo que sugiere el deseo, sino lo que es mejor, lo más conveniente, aunque, de entrada, sea costoso.”

Y tú, ¿cómo está tu nivel de voluntad? ¿Qué propósitos tienes para fortalecerla?

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