STEVE JOBS ¿JEFE O LÍDER? (PARTE 2 DE 2)

En la primera parte sacamos a luz algunas fortalezas y puntos de mejora de Steve Jobs. 

Hace tiempo cuando leía la biografía de Jobs escrita por Walter Isaacson me sorprendió como Jobs había conseguido ser “exitoso”, aún más me sorprendió la forma en que trataba a los otros para conseguir sus objetivos, aunque en mi opinión más que objetivos eran “caprichos” por la forma en que se comportaba.  

En una ocasión, durante una comida le pregunté a un directivo que tiene bajo su cargo a cientos de personas y que también había leído la biografía si consideraba a Jobs como líder. Había en la mesa más personas y algunos fans de Jobs. Su respuesta fue breve por el tiempo del que disponíamos y antes de irnos dijo: “un verdadero líder necesita virtudes”.

La naturaleza de un buen líder

Hemos dicho que la personalidad es la combinación del temperamento y el carácter. El temperamento está en nuestro ADN, nacemos con el y por lo tanto no lo podemos cambiar, más bien, podemos y debemos gobernarlo a través del carácter. El carácter a su vez, se forma con las virtudes.

Según Alexandre Havard, un líder “es una persona que crece haciendo crecer a los otros”. Para que una persona alcance un liderazgo virtuoso se precisa de conocer su temperamento, esto, para identificar las virtudes clave que le permitirán formar su carácter.

Havard le pone el apellido “virtuoso” para delimitarlo del liderazgo técnico, para no confundirlo con las competencias que puede desarrollar un Jefe para orientar a un equipo hacia determinados objetivos, que es importante y está muy bien, pero el liderazgo va más allá de lo puramente técnico, busca razones antropológicas y filosóficas… se centra en el ser humano. 

Mientras un manager busca solamente alcanzar objetivos “materiales”, un líder busca alcanzar esos mismos objetivos “materiales” plus desarrollar a las personas. 

Un líder es un educador, la palabra educar viene del latín educere que significa sacar, extraer. Un líder es alguien que rompe la piedra para sacar el diamante que esconde cada persona, alguien que eleva a otras personas. Al mismo tiempo que se hace uno con todos para servir a todos. 

El liderazgo no depende de nuestra posición en la jerarquía o de nuestra capacidad de persuasión, comunicación, motivación, etc. Un líder puede ser un profesor universitario, un jugador de un equipo deportivo, una madre de familia, un emprendedor, un CEO, un general del ejército, etc, etc. Cualquier persona que aspire a la grandeza y que ayude a otros a ser grandes. 

¿A qué nos referimos con virtud?

“La virtud es un hábito operativo bueno”, es la definición más común y sencilla que la mayoría hemos escuchado.

Para Aristóteles las virtudes significan hábitos electivos y podríamos añadir hábitos electivos para hacer el bien porque también tenemos la posibilidad de elegir el mal y formar hábitos negativos, es decir, vicios. Para la virtud se necesita esfuerzo, para los vicios no hace falta esfuerzo, basta con dejarse llevar por el ambiente. En las virtudes entra el tema de la libertad, aunque lo hablaremos en otro post para no desviarnos. 

En palabras de Julio Diéguez “las virtudes son una perfección de la libertad, hábitos que capacitan para elegir siempre bien” y ¿Cómo se forman las virtudes? Por la repetición de elegir siempre actos buenos, lo que significa que previamente se debe conocer lo bueno para elegir bien. 

Las virtudes llegan a ser como una segunda naturaleza y se sabe que se ha alcanzado una virtud cuando al hacer lo opuesto provoca cierta resistencia, por ejemplo, si una persona posee la virtud de la sinceridad, para decir una mentira tendría que ir a contrapelo, le costaría mucho decirla.

Como todo en la vida, los extremos son malos y en las virtudes se aplica. Una de las frases más recordadas de Aristóteles es in medio virtus. La virtud está en el medio, lo significa que es la cumbre entre dos extremos. Por ejemplo, la valentía es la cumbre superadora entre la cobardía y la temeridad, por lo que la virtud está en el medio.   

A las cuatro virtudes “principales” se les llama cardinales, ya que se derivan del sustantivo latino cardo que significa gozne y se les llama gozne porque de ellas dependen las demás virtudes. Estas virtudes son: La prudencia (la capacidad de tomar buenas decisiones), la fortaleza (la capacidad de seguir adelante pase lo que pase), la templanza (la capacidad del dominio de sí) y la justicia (la capacidad de dar a cada uno lo suyo).

Conocer el temperamento para desarrollar un liderazgo virtuoso

Todos nacemos con un temperamento y moriremos con el. 

El temperamento nos predispone a tomar acciones ante determinadas situaciones que se nos presentan en el día a día. 

Cada ser humano posee uno de los cuatro temperamentos: colérico(c), melancólico(m), sanguíneo(s) o flemático(f). También, se puede dar una combinación entre cm, cs, mc, mf, sc, sf, fm o fs.

Conocer los diferentes temperamentos y sus combinaciones nos permiten identificar las fortalezas y puntos de mejora de las personas para orientar mejor la lucha y guiar según convenga.

Los coléricos son intensos y están orientados a la acción. Los melancólicos son profundos y están orientados a las ideas. Los sanguíneos son espontáneos y están orientados a las personas. Y los flemáticos son restrained y están orientados a la paz.  

Cada temperamento tiene sus inclinaciones, lo cual, nos permite identificar los puntos de mejora. Por ejemplo, un colérico está más inclinado para alcanzar objetivos materiales que en demostrar sensibilidad por las personas. Un melancólico está más inclinado en la contemplación de ideas que en la acción. Los sanguíneos están más inclinados en la comunicación con personas que en terminar sus muchos proyectos. Y los flemáticos están más inclinados al análisis pragmático que en soñar en grande. 

Para fortalecer la parte “débil” de cada temperamento o su inclinación psicológica, se necesitan desarrollar virtudes específicas. Por ejemplo, los coléricos necesitan practicar la humildad para valorar la dignidad de las personas. Los melancólicos necesitan practicar la audacia para tomar acción. Los sanguíneos necesitan practicar la perseverancia para finalizar lo que emprenden. Y los flemáticos necesitan practicar la magnanimidad para soñar en grande.  

Me puedes colocar un comentario o escribir directo a mi correo para que te pueda compartir un test donde podrás identificar mejor tu temperamento en base a unas preguntas sencillas de responder. 

Liderazgo virtuoso

Las cuatro virtudes cardinales constituyen el fundamento del liderazgo, mientras que la esencia del liderazgo lo dan la magnanimidad y la humildad. Juntas, las seis virtudes constituyen lo que Havard denominó liderazgo virtuoso. 

Para Aristóteles el magnánimo es una persona que se considera a sí mismo digno de cosas grandes. Para Tomás de Aquino el magnánimo es una persona que se considera a sí mismo digno de hacer cosas grandes. Tomás añadió la palabra hacer ya que el era colérico, es decir, estaba orientado a la acción.

Havard describe la humildad como conocimiento propio y servicio a los demás. Conocimiento propio en diferentes niveles: de nuestra flaqueza, de nuestra dignidad y de nuestros talentos. Sumado a la conciencia de nuestra condición de seres creados. Por servicio a los demás se entiende por hacer crecer a las personas que nos rodean.     

Se escucha fácil decir que para que una persona se convierta en líder, “sólo” necesita poseer seis virtudes, aunque para lograrlo se requiere de mucha constancia y práctica, sobre todo al inicio y es por lo que vale la pena tener a una persona de confianza que nos oriente para desarrollar y fortalecer las virtudes que nos llevarán a ser un líder virtuoso.  

 Para ti ¿Cuál es la diferencia entre jefe y líder?, ¿El líder nace o se hace?

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